Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según Su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos. – 1 Pedro 1:3
¡Jesús vive! Durante su vida y ministerio, Jesús había afirmado que Él era:
- El Cristo, el Hijo de Dios (Mateo 16:16-20, Mateo 26:63-64),
- El Hijo del Hombre (Mateo 16:13; Marcos 14:62),
- Enviado por Dios (Juan 8:42),
- El Salvador (Juan 3:14-16),
- El Mesías (Juan 4:26),
- La Luz del Mundo (Juan 8:12),
- El Futuro Juez (Juan 5:22-23),
- Uno con el Padre (Juan 10:30),
- Merecedor de honor (y adoración) igual al Padre (Juan 5:23),
- El que tiene autoridad para perdonar (sus) pecados, que es algo que solo Dios tiene autoridad para hacer (Mateo 9:2-6, Marcos 2:10),
- Capaz de dar vida eterna, y, además, el ÚNICO camino a la verdad y la vida (Juan 10:28, Juan 14:6),
- Rey y Señor (Juan 18:37, Lucas 6:46),
- El Gran “YO SOY” [es decir, Dios mismo] (Juan 8:58).
Sin embargo, también hemos leído que Jesús murió (fue crucificado) en una cruz, entonces, ¿cómo podría Jesús ser el Salvador, Redentor, Rey y futuro Juez si Él era (y es) solo un hombre muerto? ¡Pero Jesús vive! Después de estar muerto por tres (3) días, Jesús resucitó, como está escrito:
«Por tanto, habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan. Porque Él ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien Él ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres cuando lo resucitó de entre los muertos». – Hechos 17:30-31
Ese poder obró en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a Su diestra en los lugares celestiales, muy por encima de todo principado, autoridad, poder, dominio y de todo nombre que se nombra, no solo en este siglo sino también en el venidero. – Efesios 1:19b-21
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según Su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para ustedes.
Mediante la fe ustedes son protegidos por el poder de Dios, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo. – 1 Pedro 1:3-5
Porque Él [Jesús] estaba preparado desde antes de la fundación del mundo, pero se ha manifestado en estos últimos tiempos por amor a ustedes. Por medio de Él son creyentes en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, de manera que la fe y esperanza de ustedes sean en Dios. – 1 Pedro 1:20-21
Porque yo les entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; que se apareció a Cefas y después a los doce.
Luego se apareció a más de 500 hermanos a la vez, la mayoría de los cuales viven aún, pero algunos ya duermen. Después se apareció a Jacobo, luego a todos los apóstoles. Y al último de todos, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció también a mí [Paul]. – 1 Corintios 15:3-8
Por tanto, hemos sido sepultados con Él por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. – Romanos 6:4
Durante la vida y el ministerio de Jesús en la tierra, sus milagros y autoridad sobre la naturaleza testificaron acerca de Él: que Él era el Mesías, el ungido de Dios, el Cristo y también Dios encarnado (Dios en la carne), completamente hombre, pero también completamente Dios. Pero fue Su resurrección lo que demostró sin lugar a dudas que Él era Quien dijo que era para el mundo: Dios. Por eso Jesús es “el Dios vivo y verdadero”. De hecho, el cristianismo es único entre todas las religiones del mundo, ¡ya que es la única que tiene un Dios vivo! Todas las demás religiones tienen un dios muerto o un dios que es simplemente una “fuerza” o sentimiento impersonal.
Sin la resurrección de Jesús de entre los muertos, ninguna de sus afirmaciones habría significado nada, y no habría cristianismo, ni esperanza, ni victoria sobre el pecado, Satanás y la muerte, ni un futuro de vida eterna. Cuando Jesús fue crucificado en la cruz, Satanás y sus fuerzas malignas pensaron que habían obtenido la victoria; las fuerzas del mal pensaban que lo habían derrotado. De hecho, si Jesús hubiera permanecido muerto, habrían estado en lo cierto, y todas las promesas y afirmaciones de Jesús habrían sido anuladas y probadas como falsas. Por eso está escrito que “si Cristo no ha resucitado, entonces nuestra predicación es vana, y también vuestra fe es vana”:
Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos entre ustedes que no hay resurrección de muertos? Y si no hay resurrección de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado; y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también la fe de ustedes. Aún más, somos hallados testigos falsos de Dios, porque hemos testificado contra Dios que Él resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan.
Porque si los muertos no resucitan, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado; y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es falsa; todavía están en sus pecados. Entonces también los que han dormido en Cristo están perdidos. Si hemos esperado en Cristo para esta vida solamente, somos, de todos los hombres, los más dignos de lástima. – 1 Corintios 15:12-19
También fue la resurrección de Jesús lo que quebró el poder del pecado, Satanás y la muerte sobre nosotros:
«Hombres de Israel, escuchen estas palabras: Jesús el Nazareno, varón confirmado por Dios entre ustedes con milagros, prodigios y señales que Dios hizo en medio de ustedes a través de Él, tal como ustedes mismos saben. Este fue entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios, y ustedes lo clavaron en una cruz por manos de impíos y lo mataron. Pero Dios lo resucitó, poniendo fin a la agonía de la muerte, puesto que no era posible que Él quedara bajo el dominio de ella». – Hechos 2:22-24
Wayne Jackson escribe: [1]
La resurrección de Jesús de entre los muertos es el fundamento del sistema cristiano. (cf. 1 Corintios 15:14). Si no hubo resurrección, el cristianismo es un engaño, y estamos perdiendo el tiempo…
Primero, la resurrección es una de las principales evidencias de que Jesucristo es el Hijo de Dios. Pablo afirmó que Cristo es “declarado el Hijo de Dios con poder. . . por la resurrección de los muertos” (Romanos 1:4).
Segundo, la resurrección de Jesús representa una garantía de que podemos recibir el perdón de nuestros pecados. Pablo sostuvo: “Y si Cristo no ha resucitado, nuestra fe es vana; todavía estáis en vuestros pecados” (1 Corintios 15:17). Lo contrario a la afirmación del apóstol sería esta: si Jesús resucitó, los pecados serán perdonados cuando obedezcamos el evangelio (Hechos 2:38; 22:16).
Tercero, la resurrección le dice al mundo que el reino de Dios está gobernado por un Dios vivo y soberano. El fundador del Islam está muerto y sus huesos yacen latentes en la tierra. Pero el fundador del cristianismo, sesenta años después de su muerte, se le apareció a Juan en la isla de Patmos y le dijo: “Yo soy el primero y el último, y el que vivo; y estuve muerto, más he aquí que vivo por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 1:17-18).
Cuarto, la resurrección de Jesús prueba que la muerte física no es el fin de la existencia humana. Dios, quien da la vida (1 Timoteo 6:13), tiene el poder de reanimar el cuerpo humano. El triunfo de Cristo sobre la tumba es la promesa del cielo para nosotros de que nosotros también seremos resucitados. Es por eso que se hace referencia a Jesús como las “primicias de los que durmieron” (1 Corintios 15:20,23).
Quinto, la resurrección del Señor anticipó la victoria final del cristianismo sobre todos sus enemigos. En el libro de Apocalipsis, Jesús es representado como un cordero que había sido sacrificado, pero que estaba de pie nuevamente (5:6). Este mismo Señor era “el león de la tribu de Judá” que había vencido a sus enemigos (5:5). Los cristianos también vencerán como resultado del sacrificio del Cordero y la victoria sobre la muerte (cf. Apocalipsis 12:11).
SU MUERTE Y RESURRECCIÓN FUE PREDECIDA
Su muerte en la cruz y la subsiguiente resurrección habían sido predecidas (profetizadas) allá por Génesis 3, escrito miles de años antes de Su nacimiento, donde estaba escrito que Satanás “le heriría el calcañar [de Jesús]”, pero que Jesús “aplastaría la cabeza de la serpiente [Satanás]”, entregándonos la victoria sobre el pecado, Satanás y la muerte. Además, durante su vida y ministerio, Jesús había predecido (profetizado) repetidamente tanto su propia muerte como su resurrección:
Jesús les respondió: «Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré». Entonces los judíos dijeron: «En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y Tú lo levantarás en tres días?». – Juan 2:19-21
[Jesús hablando] «Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo aquel que cree, tenga en Él vida eterna». – Juan 3:14-15
Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer muchas cosas, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y después de tres días resucitar. Y les decía estas palabras claramente. – Marcos 8:31-32a
«¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acuérdense cómo les habló cuando estaba aún en Galilea, diciendo que el Hijo del Hombre debía ser entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, y al tercer día resucitar».
Entonces ellas se acordaron de Sus palabras. – Lucas 24:5b-8
Desde entonces Jesucristo comenzó a declarar a Sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día. – Mateo 16:21
Mientras descendían del monte, Jesús les ordenó: «No cuenten a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos». – Mateo 17:9
Mientras andaban juntos por Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Lo matarán, y al tercer día resucitará». Y ellos se entristecieron mucho. – Mateo 17:22-23
Cuando Jesús iba subiendo a Jerusalén, tomó aparte a los doce discípulos, y por el camino les dijo: «Ahora subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y escribas, y lo condenarán a muerte; y lo entregarán a los gentiles para burlarse de Él, lo azotarán y crucificarán, pero al tercer día resucitará». – Mateo 20:17-19
«Pero después de que Yo [Jesús] haya resucitado, iré delante de ustedes a Galilea». – Mateo 26:32
… y les dijo: «El Hijo del Hombre debe padecer mucho, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día». – Lucas 9:22
«Por eso el Padre me ama, porque Yo [Jesús] doy Mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que Yo la doy de Mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla, y tengo autoridad para tomarla de nuevo. Este mandamiento recibí de Mi Padre». – Juan 10:17-18
Al día siguiente, que es el día después de la preparación, se reunieron ante Pilato los principales sacerdotes y los fariseos, y le dijeron: «Señor, nos acordamos que cuando aquel engañador aún vivía, dijo [Jesús]: “Después de tres días resucitaré”. Por eso, ordene usted que el sepulcro quede asegurado hasta el tercer día, no sea que vengan Sus discípulos, se lo roben, y digan al pueblo: “Él ha resucitado de entre los muertos”; y el último engaño será peor que el primero».
Pilato les dijo: «Una guardia tienen; vayan, asegúrenlo como ustedes saben». Y fueron y aseguraron el sepulcro; y además de poner la guardia, sellaron la piedra. – Mateo 27:62-66
RESURRECCIÓN LITERAL DEL CUERPO TESTIFICADA POR MUCHOS
La Escritura es clara en cuanto a que Jesús resucitó literalmente en una resurrección corporal, no solo como una “visión” (espiritual) o un “fantasma”:
Mientras ellos relataban estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: «Paz a ustedes».
Pero ellos, aterrorizados y asustados, pensaron que veían un espíritu. Y Él les dijo: «¿Por qué están turbados, y por qué surgen dudas en sus corazones? Miren Mis manos y Mis pies, que Yo mismo soy; tóquenme y vean, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como ustedes ven que Yo tengo».
Cuando dijo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos todavía no lo creían a causa de la alegría y porque estaban asombrados, les dijo: «¿Tienen aquí algo de comer?».
Ellos le presentaron parte de un pescado asado, y Él lo tomó en las manos y comió delante de ellos. – Lucas 24:36-43
Ocho días después, Sus discípulos estaban otra vez dentro, y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y dijo: «Paz a ustedes». Luego dijo [Jesús] a Tomás: «Acerca aquí tu dedo, y mira Mis manos; extiende aquí tu mano y métela en Mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». «¡Señor mío y Dios mío!», le dijo Tomás. Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron». – Juan 20:26-29
Y Jesús fue visto por cientos de personas luego de Su resurrección:
Porque yo les entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; que se apareció a Cefas y después a los doce. Luego se apareció a más de 500 hermanos a la vez, la mayoría de los cuales viven aún, pero algunos ya duermen. Después se apareció a Jacobo, luego a todos los apóstoles. Y al último de todos, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció también a mí. – 1 Corintios 15:3-8
Después de haber resucitado, muy temprano el primer día de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado fuera siete demonios. Y ella fue y se lo comunicó a los que habían estado con Él, que estaban lamentándose y llorando. Cuando ellos oyeron que Jesús estaba vivo y que ella lo había visto, se negaron a creerlo. – Marcos 16:9-11
De repente Jesús les salió al encuentro, diciendo: «¡Saludos!». Y ellas, acercándose, abrazaron Sus pies y lo adoraron. Entonces Jesús les dijo: «No teman. Vayan, avisen a Mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán». – Mateo 28:9-10
Pero Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se manifestara, no a todo el pueblo, sino a los testigos que fueron escogidos de antemano por Dios, es decir, a nosotros que comimos y bebimos con Él después que resucitó de los muertos. – Hechos 10:40-41
Aquel mismo día dos de los discípulos iban a una aldea llamada Emaús, que estaba como a once kilómetros de Jerusalén. Conversaban entre sí acerca de todas estas cosas que habían acontecido. Y mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos. – Lucas 24:13-15
Se acercaron a la aldea adonde iban, y Él hizo como que iba más lejos. Y ellos le insistieron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque está atardeciendo, y el día ya ha declinado». Y entró a quedarse con ellos. Al sentarse a la mesa con ellos, Jesús tomó pan, y lo bendijo; y partiéndolo, les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos y lo reconocieron; pero Él desapareció de la presencia de ellos. Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?».
Levantándose en esa misma hora, regresaron a Jerusalén, y hallaron reunidos a los once apóstoles y a los que estaban con ellos, que decían: «Es verdad que el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaban sus experiencias en el camino, y cómo lo habían reconocido al partir el pan. – Lucas 24:28-35
A estos también [los discípulos], después de Su padecimiento [muerte en la cruz], se presentó vivo [Jesús] con muchas pruebas convincentes, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles de lo relacionado con el reino de Dios.
Y reuniéndolos, les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre: «La cual», les dijo, «oyeron de Mí; porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días».
Entonces los que estaban reunidos, le preguntaban: «Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?». Jesús les contestó: «No les corresponde a ustedes saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con Su propia autoridad; pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra».
Después de haber dicho estas cosas, fue elevado mientras ellos miraban, y una nube lo recibió y lo ocultó de sus ojos. – Hechos 1:3-9 [Nota: Ascendió al cielo para sentarse a la diestra de Dios Padre. Jesús vive y reina hoy!]
Matthew Henry escribe sobre Hechos 1:3: [2]
La gran evidencia de su resurrección fue que se mostró vivo a sus apóstoles; estando vivo, se mostró así y fue visto por ellos. Eran hombres honestos, y uno puede depender de su testimonio; pero la pregunta es si ellos no se impusieron eso, como ocurre con muchos hombres bien intencionados. No lo hicieron; porque,
1. Las pruebas eran infalibles, tekmēria: indicaciones claras, tanto de que estaba vivo (caminaba y hablaba con ellos, comía y bebía con ellos) como de que era él mismo y no otro; porque él les mostró una y otra vez las marcas de las heridas en sus manos, pies y costado, lo cual era la prueba absoluta que la cosa era posible más de lo requerido.
2. Eran muchos, y a menudo repetidos: fue visto por ellos cuarenta días, no residiendo constantemente con ellos, sino apareciendo con frecuencia, y llevándolos gradualmente para estar completamente satisfechos al respecto de él, de modo que toda la pena por su partida se quedó lejos. La permanencia de Cristo en la tierra tanto tiempo después de haber entrado en su estado de exaltación y gloria, para confirmar la fe de sus discípulos y consolar sus corazones, fue un ejemplo de condescendencia y compasión hacia los creyentes, que nos puede asegurar plenamente que tenemos un alto sacerdote que se conmueve con el sentimiento de nuestras enfermedades.
LOS ESCÉPTICOS
Dado que la resurrección de Jesús es tan vital para la fe cristiana (es decir, el cristianismo no tiene sentido sin ella), encontrará abundantes escépticos por todos lados, con muchos liberales, ateos, agnósticos, sectas y cultos que niegan que Jesús resucitó de entre los muertos. Niegan Su resurrección en un intento de derrotarlo y desacreditarlo y para desanimar a otros de seguirlo y declararlo como su Señor y Salvador. Las afirmaciones más comunes hechas por los escépticos que intentan negar la resurrección literal y corporal de Jesús son:
- La ciencia no puede probarlo; por lo tanto, no sucedió. Muchos dirán que no hubo una resurrección física, literal, corporal sobre la base de la ciencia, que tenía que ser una resurrección “espiritual”, si se quiere,
- Los discípulos vinieron y robaron Su cuerpo para poder afirmar que Él había resucitado y continuar su popularidad.
- Los enemigos de Jesús (los fariseos y otros) robaron su cuerpo para anular todas las conversaciones y afirmaciones sobre la resurrección,
- Jesús fue solo una “visión” o un “fantasma” y no fue realmente resucitado corporalmente de entre los muertos. Sin embargo, ya ha leído que los discípulos no alucinaron al verlo, porque lo tocaron y también lo vieron comer en su presencia.
En cuanto a que la ciencia no puede probarlo, este tema ya se abordó en el capítulo sobre la Ciencia Vs. la Biblia; la ciencia no puede explicar muchas cosas sobre la vida y la muerte y, además, muchas de las obras de Dios son simplemente sobrenaturales. Él es Dios, y nosotros somos los seres creados (de intelecto infinito e inferioridad inconmensurable); y, sin embargo, debido a que la ciencia que han ideado nuestras mentes limitadas y finitas no puede medir las cosas de Dios, el hombre se siente justificado al negar que hay un Dios o que puede obrar sobrenaturalmente. En efecto, la vasija de barro (el hombre) le está diciendo al alfarero que la creó (Dios) cuál es la realidad y la verdad en realidad: ¡qué extraña es esa lógica!
Con respecto a la teoría de que “los discípulos robaron el cuerpo”, todos los discípulos excepto uno, murieron muertes horribles y espantosas por predicar que Jesús resucitó. Esto difícilmente es algo que uno (o todos) harían si simplemente estuvieran perpetuando una mentira / engaño. También hay que entender los tiempos en que fue crucificado. Después de la muerte, José de Arimatea enterró su cuerpo en una tumba. La tumba se cerró con una piedra enorme y se colocó en ella el sello del gobernador romano, declarando que estaba prohibida. ¡Cualquiera que manipulara la tumba estaría sujeto a la pena de muerte! Aún más, los guardias romanos estaban apostados afuera para asegurarse de que nadie robara el cuerpo. Ahora la parte importante: si un preso (o un cadáver en este caso) escapaba o se le permitía que se lo llevaran, los guardias a cargo serían ejecutados. Así que, como ve, no fue un asunto fácil o un simple error que los guardias cometerían al permitir que los discípulos se llevaran / robaran el cuerpo de Jesús de la tumba; ¡significaría la propia muerte del guardia! Los guardias no sucumbirían a un simple soborno de los discípulos (o de cualquier otra persona) para permitirles “robar el cuerpo” debido a la severidad de su castigo si lo hicieran.
Con respecto a la teoría de que “los enemigos de Jesús robaron el cuerpo” (por ejemplo, los romanos, los fariseos judíos, etc.), si, de hecho, robaron el cuerpo para anular las afirmaciones de la resurrección, ¿por qué no se limitaron a producir (mostrar) el cadáver para hacer precisamente eso? Eso habría terminado con el cristianismo en ese mismo momento, pero no pudieron producir ningún cuerpo, porque Jesús mismo fue resucitado de entre los muertos, y fue visto e interactuó con cientos de testigos.
Y ahora la parte que encuentro absolutamente asombrosa en todo esto: no solo los discípulos murieron horriblemente por Cristo, sino que aún más, las Escrituras nos dicen que eran escépticos de la resurrección de Jesús, ¡incluso ellos no lo creyeron al principio! De hecho, nadie esperaba que Él fuera a resucitar de entre los muertos, ni siquiera Sus propios discípulos:
Pero él les dijo: «No se asusten; ustedes buscan a Jesús el Nazareno, el que fue crucificado. Ha resucitado, no está aquí; miren el lugar donde lo pusieron. Pero vayan, digan a Sus discípulos y a Pedro: “Él va delante de ustedes a Galilea; allí lo verán, tal como les dijo”». Y saliendo ellas, huyeron del sepulcro, porque un gran temblor y espanto se había apoderado de ellas; y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo.
Después de haber resucitado, muy temprano el primer día de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado fuera siete demonios. Y ella fue y se lo comunicó a los que habían estado con Él, que estaban lamentándose y llorando. Cuando ellos oyeron que Jesús estaba vivo y que ella lo había visto, se negaron a creerlo. – Marcos 16:6-11
Mientras ellos relataban estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: «Paz a ustedes».
Pero ellos, aterrorizados y asustados, pensaron que veían un espíritu. Y Él les dijo: «¿Por qué están turbados, y por qué surgen dudas en sus corazones? Miren Mis manos y Mis pies, que Yo mismo soy; tóquenme y vean, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como ustedes ven que Yo tengo».
Cuando dijo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos todavía no lo creían a causa de la alegría y porque estaban asombrados, les dijo: «¿Tienen aquí algo de comer?».
Ellos le presentaron parte de un pescado asado, y Él lo tomó en las manos y comió delante de ellos. – Lucas 24:36-43
Matthew Henry escribe sobre Lucas 24:41: [3]
Tan lejos estaba de la verdad que los discípulos robaron el cuerpo de Jesús para fingir su resurrección, ¡no, al principio ni siquiera creyeron en su resurrección, incluso cuando lo vieron! … Era su debilidad que no creyeran, que aún así no creyeran, eti apistountōn autōn, como si todavía no fueran creyentes.
Esto corrobora mucho la verdad de la resurrección de Cristo que los discípulos fueron tan lentos para creerlo. En lugar de robar su cuerpo y decir: Ha resucitado, cuando no lo está, como los principales sacerdotes sugirieron que lo harían, están listos para decirlo una y otra vez: Él no ha resucitado cuando lo está.
Ellos al ser incrédulos de esto al principio e insistiendo en pruebas más contundentes de ello, demuestra que cuando después lo creyeron, y se arriesgaron con todo, no fue sino con la demostración más completa de lo que podría ser.
LA RESURRECCIÓN ES VITAL
La resurrección de Cristo es un tema tan vital, y fundamental para su futura esperanza en Cristo y la vida eterna (¿qué esperanza hay en un hombre muerto?), que he incluido lo que Wayne Jackson ha escrito sobre él para que pueda escuchar lo que he escrito expresado y reforzado por un escritor diferente: [4]
¿Qué dice la Biblia sobre la resurrección de Cristo?
Indudablemente, la Biblia afirma la resurrección corporal del Señor. Tengamos en cuenta tres áreas de información.
El Antiguo Testamento
El Antiguo Testamento por medio de la tipología y la profecía anunció la resurrección. Cuando Abraham ofreció “su hijo unigénito”, creyó que Dios pudo resucitarlo de entre los muertos, “de donde también, en sentido figurado, lo volvió a recibir” (Heb. 11:17-19). Esto fue un tipo de la resurrección del Hijo unigénito de Dios.
Los tres días y noches de Jonás en el vientre del gran pez fueron tipo del entierro del Señor durante el mismo período antes de su resurrección (Jn. 1:17; Mt. 12:40).
También David profetizó:
Porque no dejarás mi alma al Seol; Tampoco quieres que tu santo vea corrupción (Sal. 16:10).
El apóstol inspirado Pedro mostró que esta profecía no puede referirse personalmente al gran rey de Israel, ya que su cuerpo experimentó descomposición y su tumba fue testimonio de ese hecho. Más bien, el profeta habló de la resurrección de Cristo (compare Hechos 2:29-31; Hechos 13:33 y siguientes).
Las Predicciones de Cristo
En numerosas ocasiones, Jesús predijo su resurrección de entre los muertos. Por ejemplo, a los judíos, Cristo les dijo: “Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré”, Juan agrega, “habló del templo de su cuerpo” (Jn. 2:19-21).
Vea sus otras predicciones:
- Mateo 16:21; 17:9, 22-23; 20:18-19; 26:32 27:63
- Marcos 8:31-9:1; 9:10, 31; 14:28, 58; 10:32
- Lucas 9:22-27
- Juan 10:17-18
¡O Cristo resucitó de los muertos, o fue un falso profeta!
Tema del Nuevo Testamento
La declaración de un Señor resucitado es el corazón y el alma de la predicación y la escritura apostólica. Dondequiera que fueron los apóstoles anunciaron sin vergüenza, que el escándalo de la cruz fue negado por la victoria de la tumba vacía.
El estudiante cuidadoso del Nuevo Testamento querrá estudiar los siguientes pasajes:
- Hechos 1:3; 2:2 y siguientes; 3:15; 4:10, 33; 5:30; 10:40-41; 13:19-37; 17:23-31; 26:8;
- Romanos 1:4; 4:25; 6:4-11; 7:4; 8:11, 23; 14:9;
- 1 Corintios 15;
- 2 Corintios 1:9-10; 4:14; 5:14-15;
- Efesios 1:19-23;
- Filipenses 3:10;
- Colosenses 1:18; 2:12;
- 1 Tesalonicenses 1:10; 4:14; 5:10;
- 2 Timoteo 1:10; 2:8;
El Nuevo Testamento está saturado de declaraciones confiables de la resurrección de Cristo.
¿Dónde está el cuerpo del Señor?
Dado que es un hecho inexpugnable que Jesús vivió en la Palestina del primer siglo, que fue crucificado y enterrado (así afirma la historia cristiana, judía y pagana), la pregunta intrigante es esta. ¿Qué le pasó al cuerpo de Jesucristo? Ningún historiador honesto puede evitar esta consulta.
En realidad, solo hay cuatro posibles explicaciones para la ausencia del cuerpo del Salvador:
- Todavía está enterrado en una tumba palestina desconocida.
- Fue sacado de la tumba por los enemigos del Señor.
- Fue removido de la tumba por los amigos del Señor.
- Se levantó de la muerte y ahora está en el cielo.
Consideremos brevemente cada uno de estas.
¿Todavía está enterrado en Palestina?
Simplemente no es históricamente sostenible que el cuerpo de Cristo todavía esté enterrado en algún lugar cerca de la ciudad de Jerusalén. ¿Por qué? Por esta razón.
Cuando los apóstoles comenzaron a llenar esa ciudad con la enseñanza de un Señor resucitado (Hechos 5:28), las autoridades judías o romanas podrían simplemente haber producido el cuerpo y de esta manera hacer explotar el “mito” del evangelio.
No servirá el sugerir que los funcionarios no sabían dónde había sido enterrado el cuerpo de Jesús, porque habían asignado soldados para protegerlo.
Además, la tumba había sido sellada (ver Mt. 27:62-66), y los registros habrían estado disponibles para documentar dónde había estado el cuerpo de Cristo.
¿Los enemigos de Cristo robaron su cuerpo?
Es igualmente absurdo argumentar que los enemigos del cristianismo robaron el cuerpo de Jesús.
En el día de Pentecostés, Pedro y los otros apóstoles proclamaron la resurrección de Cristo. Esos enemigos podrían haber arrojado abruptamente el cadáver del Señor en medio de esa multitud y el Camino Cristiano habría muerto con solo un gemido … ¡justo en ese lugar!
¿Los apóstoles escondieron el cuerpo?
La acusación común de infidelidad ha sido que los discípulos de Cristo confiscaron su cuerpo y tramaron la historia de la resurrección.
Esta, de hecho, fue la historia fabricada por los principales sacerdotes que sobornaron a los soldados para afirmar que “Sus discípulos vinieron de noche y se lo llevaron mientras dormíamos” (Mt. 28:13).
¡Qué brillante imaginación – testigos dormidos!
Y el apóstol Mateo, escribiendo al menos dos décadas después de la resurrección, observa que este rumor ridículo “se extendió al extranjero entre los judíos, hasta este día” (Mt. 28:15).
De hecho, la historia continuó muchos años más allá del tiempo de Mateo. Justino Mártir (c. 165 d. C.) se refirió a él en su Diálogo con Trifón, y se repite en un documento conocido como el Jesús Toledoth, lo que demuestra que el cuerpo del Señor nunca fue encontrado (ver Edersheim, 637). [5]
Además, ¿qué motivo posible podría haber poseído a los discípulos para robar el cuerpo y luego reclamar una resurrección cuando ni siquiera habían anticipado la resurrección (Compare Mc. 16:11-13; Lc. 24:10; Jn. 20:25)?
¿Y qué ganaron al contar la historia de la resurrección? ¡No ganaron nada más que tortura y muerte! Mientras que los hombres pueden sacrificar sus vidas porque son engañados, ¡no van voluntariamente a la muerte sabiendo que están perpetrando un engaño!
Finalmente, está ese problema inexplicable de cómo los discípulos violaron a esa experimentada guardia de soldados y huyeron con el cuerpo.
La noción de que el cuerpo del Señor fue robado por sus amigos está en desacuerdo con la evidencia.
¡Él se levantó!
El estudiante honesto de la historia, por lo tanto, se queda con una sola alternativa: ¡Jesús de Nazaret en realidad resucitó de entre los muertos!
Testigos de la Resurrección
Lucas, el médico (Col. 4:14) e historiador de primer nivel, después de haber investigado el asunto cuidadosamente, declaró que Jesús “se presentó vivo con muchas pruebas convincentes” (Hechos 1:3). Él se apareció en numerosas ocasiones durante el lapso de cuarenta días entre su muerte y ascensión.
La palabra “pruebas” traduce un término griego que fue utilizado por los escritores clásicos para “denotar la prueba más fuerte de que un sujeto es susceptible” (Alexander, 5). [6]
Las apariciones del Señor posteriores a la resurrección que se registran son las siguientes.
Cristo se le apareció a María Magdalena en la tumba después de que Pedro y Juan se fueron (Jn. 20:11-17; Mc. 16:9-11).
El Señor se aparecio a un grupo de mujeres discípulas que visitaron la tumba vacía (Mt. 28:9-10).
Jesús se le apareció a Pedro en la tarde del dia de resurrección (Lc. 24:34; 1 Cor. 15:5).
Se les apareció a los dos discípulos camino a Emaús (Lc. 24:13-35; Mc. 16:12).
Cristo se les apareció a diez apóstoles en la tarde de la resurrección [Tomás estaba ausente] (Marcos 16:14; Lucas 24:36-43; Juan 20:19-23).
El Salvador se apareció a los once discípulos el domingo de la semana siguiente a la resurrección [estando presente Tomás] (Jn. 20:26-29).
El Señor se apareció a siete de los discípulos junto al Mar de Tiberíades, y tres veces le preguntó a Pedro si lo amaba (Jn. 21:1-23).
En una ocasión, se apareció a más de quinientos hermanos, la mayoría de los cuales todavía estaban vivos cuando Pablo escribió la carta llamada Primera de Corintios (1 Cor. 15:6), que demuestra que la historia de la resurrección podía ser revisada.
Jesús se le apareció a Santiago (1 Cor. 15:7), probablemente el medio hermano del Señor que antes no había creído (Jn. 7:3-5).
Cristo se les apareció a los once discípulos en una montaña en Galilea, donde les dio la llamada “Gran Comisión” (Mt. 28:16-20).
El Señor se les apareció a sus discípulos en el Monte de los Olivos justo antes de su ascensión al cielo (Lucas 24:44-53; Hechos 1:3-9).
El que Vive (Apocalipsis 1:18) se le apareció a Esteban, su primer mártir (Hechos 7:55-56).
Cristo se le apareció al apóstol Pablo al menos tres veces: en el camino de Damasco (Hechos 9:3-6), más tarde a Pablo cuando estaba orando en el templo (Hechos 22:17-21), y mientras estaba en prisión en Cesárea (Hechos 23:11).
Además, el Señor se le apareció al amado apóstol Juan en la isla de Patmos (Ap. 1:12-20).
¿Son creíbles los testigos?
Claramente, los testigos de la resurrección de Cristo fueron múltiples. Las únicas preguntas restantes son estas:
- ¿Eran los testigos personas razonablemente inteligentes o tontos o histéricos salvajes?
- ¿Eran personas honestas de un carácter digno?
Una de las principales autoridades en evidencia legal que haya vivido en este país fue el reconocido Simon Greenleaf (1783-1853). Se desempeñó como Profesor Real de Derecho en Harvard y más tarde como Profesor Decano de Derecho en Harvard.
En 1852, publicó su famoso trabajo, Un Tratado sobre la Ley de la Evidencia, que “todavía se considera la máxima autoridad en evidencia en toda la literatura sobre procedimientos legales”. (Smith, 423). [7]
En 1847, el profesor Greenleaf emitió un trabajo significativo de más de 500 páginas bajo el título de Una Examinación al Testimonio de los Cuatro Evangelistas por las Reglas de Evidencia Administradas en los Tribunales de Justicia (Baker, reimpresión de 1965). En este notable trabajo, Greenleaf concluyó lo que fue:
“… imposible que ellos [los apóstoles] pudieran haber persistido en afirmar las verdades que han narrado, si Jesús no hubiera resucitado de la muerte, y si no hubieran sabido este hecho tan ciertamente como sabían cualquier otro hecho” (Smith, 424). [8]
Otras numerosas autoridades históricas y legales altamente competentes han testificado de manera similar (ver: Smith, 1974, cap. 8; McDowell, 1972, pp. 196ff). [9]
Se podrían escribir muchas páginas sobre el tema de la resurrección de Jesús, pero este libro no pretende ser una obra de apologética como se indica en la introducción. Su resurrección ha sido extensamente investigada tanto por defensores cristianos como por escépticos. Hay tanta evidencia de que la resurrección de Jesús fue real (no fue una falsificación, ni una mentira, etc.) como que Jesús mismo nació y vivió como dice la Escritura, y esta evidencia excede el “más allá de toda duda razonable”. Estándar que cualquier tribunal de justicia moderno mantendría, pero solo cuando la evidencia se ve sin prejuicios preconcebidos contra Dios, la Biblia y Jesús para empezar. Ningún escéptico ha podido refutar de manera convincente la resurrección de Jesús, ninguno en absoluto.
EN RESUMEN
En resumen, Jesús fue visto e interactuó físicamente con cientos de personas después de Su muerte y resurrección, después de haber sido crucificado públicamente en la cruz. Hablaron con él, comieron con él y caminaron con él. Estas fueron acciones reales realizadas por hombres reales, y no solo por un testigo solitario, sino por cientos. El testimonio de muchos testigos está de acuerdo. Las Escrituras del Antiguo Testamento profetizaron no solo el nacimiento y la muerte de Jesús, sino también su resurrección, y todas esas profecías se cumplieron. El hecho de Su resurrección está (ha sido) establecido más allá de toda duda razonable. Es la resurrección de Jesús la que demuestra Su victoria sobre el pecado, Satanás y la muerte. Su resurrección a la vida “destruyó las obras del diablo” y también sirve para demostrar que Jesús es capaz de revertir la maldición que se colocó sobre este mundo y toda la humanidad (como resultado de la desobediencia a Dios por parte del hombre, ver el capítulo anterior sobre La humanidad y el pecado).
Mirando un poco más adelante en este libro, sepa que Jesús está ahora mismo “sentado a la diestra de Dios [el Padre]” en el cielo, gobernando y reinando en este mismo momento en Su Reino, e intercediendo en nombre de aquellos que invocan Su nombre con Dios el Padre, porque Él es el “único [único] mediador entre Dios y los hombres”. Y así como la resurrección de Jesús fue literalmente corporal (no “simbólica” o “figurativa”), Su regreso en el Día del Juicio será así de literal y real para que todos lo vean (incluso los muertos).
En el próximo capítulo, llevo esta sección del libro a una conclusión y explico la esperanza que tenemos en Jesús: las “Buenas Noticias” del Evangelio.
ENSEÑANZAS FALSAS QUE ENCONTRARÁ:
- Cristo no resucitó de los muertos (los discípulos robaron el cuerpo, etc.)
- La resurrección de Cristo no fue una resurrección corporal literal (fue simplemente simbólica o espiritual, o fue un “fantasma”, etc.)
- La ciencia no puede probarlo, por lo tanto, no sucedió
ESCRITURAS RELACIONADAS:
Pero María estaba fuera, llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó y miró dentro del sepulcro; y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. «Mujer, ¿por qué lloras?», le preguntaron. «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto», les contestó ella.
Al decir esto, se volvió y vio a Jesús que estaba allí, pero no sabía que era Jesús. «Mujer, ¿por qué lloras?», le dijo Jesús. «¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el que cuidaba el huerto, le dijo: «Señor, si usted lo ha llevado, dígame dónde lo ha puesto, y yo me lo llevaré». «¡María!», le dijo Jesús. Ella, volviéndose, le dijo en hebreo: «¡Raboní!» (que quiere decir Maestro).
Jesús le dijo: «Suéltame porque todavía no he subido al Padre; pero ve a Mis hermanos, y diles: “Subo a Mi Padre y Padre de ustedes, a Mi Dios y Dios de ustedes”». – Juan 20:11-17
«El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a Su Siervo Jesús, al que ustedes entregaron y repudiaron en presencia de Pilato, cuando este había resuelto poner a Jesús en libertad. Pero ustedes repudiaron al Santo y Justo, y pidieron que se les concediera un asesino, y dieron muerte al Autor de la vida, al que Dios resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos». – Hechos 3:13-15
Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: «Gobernantes y ancianos del pueblo, si se nos está interrogando hoy por causa del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera este ha sido sanado, sepan todos ustedes, y todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos, por Él, este hombre se halla aquí sano delante de ustedes.
»Este Jesús es la piedra desechada por ustedes los constructores, pero que ha venido a ser la piedra angular. En ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos». – Hechos 4:8-12
Pero el primer día de la semana, al rayar el alba, las mujeres vinieron al sepulcro trayendo las especias aromáticas que habían preparado. Encontraron que la piedra había sido removida del sepulcro, y cuando entraron, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
Aconteció que estando ellas perplejas por esto, de pronto se pusieron junto a ellas dos varones en vestiduras resplandecientes. Estando ellas aterrorizadas e inclinados sus rostros a tierra, ellos les dijeron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acuérdense cómo les habló cuando estaba aún en Galilea, diciendo que el Hijo del Hombre debía ser entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, y al tercer día resucitar».
Entonces ellas se acordaron de Sus palabras, y regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los once apóstoles y a todos los demás. Eran María Magdalena y Juana y María, la madre de Jacobo. También las demás mujeres con ellas decían estas cosas a los apóstoles. A ellos estas palabras les parecieron como disparates, y no las creyeron. Pero Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Inclinándose para mirar adentro, vio solo las envolturas de lino, y se fue a su casa maravillado de lo que había acontecido. – Lucas 24:1-12
Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a los discípulos junto al mar de Tiberias, y se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de Sus discípulos. «Me voy a pescar», les dijo Simón Pedro. «Nosotros también vamos contigo», le dijeron ellos. Fueron y entraron en la barca, y aquella noche no pescaron nada.
Cuando ya amanecía, Jesús estaba en la playa; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dijo: «Hijos, ¿acaso tienen algún pescado?». «No», respondieron ellos. Y Él les dijo: «Echen la red al lado derecho de la barca y hallarán pesca». Entonces la echaron, y no podían sacarla por la gran cantidad de peces.
Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba, dijo a Pedro: «¡Es el Señor!». Oyendo Simón Pedro que era el Señor, se puso la ropa, porque se la había quitado para poder trabajar, y se echó al mar. Pero los otros discípulos vinieron en la barca, porque no estaban lejos de tierra, sino a unos 100 metros, arrastrando la red llena de peces. – Juan 21:1-8
Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que Él ya había prometido por medio de Sus profetas en las Sagradas Escrituras. Es el mensaje acerca de Su Hijo, que nació de la descendencia de David según la carne, y que fue declarado Hijo de Dios con un acto de poder, conforme al Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos: nuestro Señor Jesucristo. – Romanos 1:1-4
Pero ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron. Porque ya que la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo en Su venida. Entonces vendrá el fin, cuando Él entregue el reino al Dios y Padre, después que haya terminado con todo dominio y toda autoridad y poder. Pues Cristo debe reinar hasta que haya puesto a todos Sus enemigos debajo de Sus pies. Y el último enemigo que será eliminado es la muerte. – 1 Corintios 15:20-26
[1] Jackson, Wayne. “The Significance of Christ’s Resurrection.” ChristianCourier.com. Fecha de Acceso: Marzo 12, 2019. https://christiancourier.com/articles/the-significance-of-christs-resurrection
[2] Henry, Matthew. Exposition of the Old and New Testaments, London. 1706-1710/1721.
[3] Henry, Matthew. Exposition of the Old and New Testaments, London. 1706-1710/1721.
[4] Jackson, Wayne. “Jesus Showed Himself Alive By Many Proofs.” ChristianCourier.com. Fecha de Acceso: Noviembre 8, 2018. https://christiancourier.com/articles/jesus-showed-himself-alive-by-many-proofs
[5] Edersheim, Alfred. 1947. The Life and Times of Jesus the Messiah. Vol. 2. Grand Rapids, MI: Eerdmans.
[6] Alexander, J. A. 1956. Commentary on Hechos, Grand Rapids, MI: Zondervan.
[7] Smith, Wilbur M. 1974 reprint, Therefore Stand! Grand Rapids, MI: Baker.
[8] Greenleaf, Simon. 1965 reprint. An Examination of the Testimony of the Four Evangelists by the Rules of Evidence Administered in Courts of Justice. Grand Rapids, Ml: Baker.
[9] McDowell, Josh. 1972. Evidence that Demands a Verdict. San Bernardino, CA: Campus Crusade for Christ.