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Hay muchos programas de “12 pasos” para tratar las adicciones. Si bien estos programas hechos por el hombre pueden funcionar para algunas personas (a menudo solo es por un corto tiempo), solo hay una manera de curar/sanar completamente cualquier adicción al 100%: y eso es a través de Cristo. Es solo viniendo a Jesús y entregando su vida a Él por completo todos los días que se rompe el control de la adicción. Una vez que viene a Cristo y se compromete (dedica) completamente su vida a Él, Él elimina la adicción. Por supuesto, no estamos absueltos de nuestra propia responsabilidad por elegir no beber, incluso después de haber dedicado nuestras vidas al Señor, ¡pero ahora podrá hacerlo por el poder de Cristo que vive en usted!
Muchos no saben que la mayoría de los programas de 12 pasos se basaron y fundaron originalmente en principios cristianos. Sin embargo, una vez más, al igual que con los caminos del hombre, estos han sido abandonados y “liberalizados”, y han empujado a Dios y a Jesús completamente fuera del programa. Pero sepa que no es el programa de 12 pasos el que cura la adicción; ¡Es el poder del Dios Todopoderoso viviendo dentro de usted, morando en usted, lo que echa fuera la adicción! Amigo, hermano o hermana en Cristo, sé de lo que estoy hablando aquí, he estado allí personalmente, porque yo mismo he vivido esto. Por favor vea mi testimonio al final de este libro.
Además, aquellos que están atrapados en una adicción están doblemente perdidos: primero en la adicción y segundo en Cristo (eternamente). Incluso si por una mínima posibilidad logra superar (controlar) una adicción a través de uno de estos programas (o por pura fuerza de voluntad), todavía estará bajo la esclavitud del pecado y la muerte sin Cristo. Cuando viene a Cristo, rompe por completo AMBOS, su atadura bajo el pecado y la adicción al mismo tiempo, y lo hace por el poder de Cristo que vive en usted, no por su propia fuerza de voluntad o programas de “12 pasos”:
«“No por el poder ni por la fuerza, sino por Mi Espíritu”, dice el Señor de los ejércitos». – Zacarías 4:6
